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Bienvenid@s a mi diario de recetas  

 

Me encanta tener la oportunidad de compartir mi pasión por la cocina, publicaré las recetas de los platos que he realizado y con éxito asegurado, si os animáis a realizar alguna de ellas, comentadme que tal os ha salido. Entre una de mis pasiones está la gastronomía en su sentido más amplio de la palabra, disfruto con todo el proceso, desde ir al mercado hasta preparar una buena mesa, elegir el mantel, vajilla, cubertería, etc..., He leído multitud de libros, de técnicas, de recetas, pero a estas alturas, me pongo delante de los fogones y cocino por intuición, me dejo llevar por lo que en ese momento me inspira el plato que estoy preparando, mucha veces tengo que apuntar como lo he realizado y cual ha sido el proceso para que no se me olvide; también he tenido mis catástrofes culinarias, sobre todo en mis comienzos, aún me rio al recordarlo, de recién casada, creo que al tercer o cuarto día de haberme casado, tuve visita en casa y cociné carne en salsa, qué no había ni Dios quien se la comiera de lo dura que estaba, también recuerdo otro día con invitados, preparé un arroz con verduras que terminó escondido antes de que entraran los invitados, creo que calculé mal la cantidad del arroz y aquello era una poleá sin sabor y tuvimos que improvisar un plan B. Me encantan todas las películas cuya temática sea la gastronomía, como Chef, Ratatoille, Sin reservas, Seducción a la carta, Julie & Julia, y aunque no tiene nada que ver con la gastronomía me encanta Tomates verdes fritos y creo que uno de los motivos es precisamente por los tomates, después de verla tuve irremediablemente que hacerlos. Como según cuentan, Julia Child decía que una vez que hayas dominado la técnica nunca más tendrás que mirar le receta, el único obstáculo real es el miedo al fracaso, aprende a cocinar, prueba nuevas recetas, aprende de tus errores, no tengas miedo y sobre todo diviértete, aprende a corregir si algo sale mal, la mayoría de las veces se puede y sino mira el brownie, dicen que surgió porque a alguien se le olvidó echar levadura al bizcocho y ¡bendito olvido!, la tarta tatín fue el resultado de otro error, nadie nace siendo un gran cocinero, se aprende intentándolo una y otra vez; así que sigue leyendo, ¡y disfruta! 

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